Si esa soberbia de quien cree su fuerza es suficiente argumento para imponerse te lo permitiera te preguntarías qué te quedaría, de que eso fuera así.
Alzas banderas, fiscales, jueces, pistolas, guardias civiles, policías nacionales, tribunales de excepción, más fiscales, más órdenes, más avisos, más imputaciones, más guardias civiles, más fiscales, más registros, más cierres de webs, más amenazas a medios de comunicación, más ahogo financiero -incluso a universidades y centros de investigación-, y más guardias civiles y más fiscales. He ahí tu fuerza. He ahí tus únicos argumentos.
Por encima de todos ellos únicamente la mentira. Siempre. Un país cimentado en la mentira. Unas mentiras que lo inundan todo, hasta el último rincón de un estado podrido, y que son sistemáticamente propagadas por ese ejército de medios de comunicación sumisos, serviles, indignos, miserables.
Mientes y alzas todas esas banderas. Y la gente jalea al paso de más guardias civiles y de más policias nacionales "a por ellos". Y en ese "a por ellos" te redescubres, la España que se cree eterna, la España de siempre, en pleno s.XXI, sedienta de sangre. La sangre de "ellos", de los otros.
Y así, más sola que nunca, más hundida que nunca, más fuera de cualquier lugar en el mundo, de la historia, del pensamiento, de la virtud, de la democracia, del progreso, de la decencia, cuando yacías herida sin saber cuajar un nuevo "nosotros" para tu geografía y en tu realidad... otra vez, como desde hace centenares de años... te arrojas a imponer tu fuerza ante un nuevo "ellos" y así sentirte viva otra vez. Y lo jaleas "a por ellos"
Aunque ahora sea un ellos desarmado, cívico, pacífico, que únicamente quiere poner su futuro en manos de todos, en un voto, en una urna... y no haya ningún honor en cuanto haces, en esa pretensión de triturar un pueblo indefenso con tu fuerza. Bueno, de hecho como cuando exterminabas indígenas. Como cuando llenabas el patíbulo de infieles. Como cuando imponías tu ley masacrando la población, incluso la tuya, la que habías jurado proteger. Cuando bombardeabas ciudades. Cuando llenabas hasta el último pueblo y la última cuneta de muerte, de horror, de sufrimiento. Cuando aplicabas el garrote vil a un muchacho. Nunca ningún honor, y casi siempre la derrota, como en Cuba, como en todo cuanto la punta de tu espada algún día sometió. Todo siempre fue un "ellos" al que saquear. Y finalmente un "ellos" ante el cual, cuando pretendía erigirse en voz, únicamente ya pensabas en salvar "la honra" exterminándolos. Así, las derrotas de siempre. Así la ruina. Así la nada. Así la desolación por todo recuerdo.
Gritas a por ellos, porque tu alma hierve de odio ante ese otro que entiendes ha osado "desafiarte".
Gritas a por ellos, porque como un zombi te has redescubierto en tu "nosotros" y en tu alma de siempre, de los que parecía te habías despojado y enterrado en 1978 para tratar de generar un nuevo "nosotros", una nueva alma. Ahora vuelves a ser tu. La de siempre. Aunque sabes que ante Catalunya y los catalanes estás ante el último "ellos" de tu existencia, ya no hay otros ellos posibles.
Gritas a por ellos. Y la sangre te inunda los ojos y ciega la mirada.
Pero pareces confusa. No te importa el deshonor de masacrar población desarmada. Pero necesitas sentir su miedo, sentirte viva contemplando su miedo y su angustia. Así ha sido siempre.
Por eso ahora pareces confusa. Algo es diferente. Te has arrojado con toda tu fuerza y tu furia sobre "ellos"...Y sonríen. No han dejado de sonreir ni un solo día. Les despojas de cualquier derecho que tuvieran, detienes, sometes a registros, embargos, cierres, amenazas, multas... Pero "ellos" siguen sonriendo, e incluso parece que se están burlando: cantan!!!.
Seguro que fingen, te dices. Es imposible que desde que te lanzaste "a por ellos" no se hayan derrumbado, con todo el daño que les has infringido, con todo lo que les has hecho. Seguro que están a punto de venirse abajo.
Pero entonces oyes y no sabes de donde sale ese grito que tanto odias de "votarem", y lo llena todo, y no se puede huir de él, nada consigue silenciarlo, todo lo contrario, sigue creciendo. Son ellos.
Cierras los ojos, intentando fijar el pensamiento en esos momentos en los que por última vez te sentiste viva, mientras la gente jaleaba "a por ellos" a tu paso, al paso de esa España sedienta de sangre.
Fueron saliendo lentamente de la tétrica habitación de la España agonizante, en la que había permanecido únicamente rodeada de sus mentiras y de sus verdugos. No había nada a su alrededor. España se había derrumbado ante un pueblo sin miedo. Aquellos últimos "ellos" que se habían cruzado en su historia y a los que, como siempre, había querido masacrar a cualquier precio, ya eran un nuevo "nosotros", que celebraba su independencia, su libertad y se ponía a construir aquel nuevo país por el que se lo habían jugado todo, por el que decidieron comprometerse hasta el final, juntos, sin miedo, sonriendo, cantando.
DONEC PERFICIAM
Alzas banderas, fiscales, jueces, pistolas, guardias civiles, policías nacionales, tribunales de excepción, más fiscales, más órdenes, más avisos, más imputaciones, más guardias civiles, más fiscales, más registros, más cierres de webs, más amenazas a medios de comunicación, más ahogo financiero -incluso a universidades y centros de investigación-, y más guardias civiles y más fiscales. He ahí tu fuerza. He ahí tus únicos argumentos.
Por encima de todos ellos únicamente la mentira. Siempre. Un país cimentado en la mentira. Unas mentiras que lo inundan todo, hasta el último rincón de un estado podrido, y que son sistemáticamente propagadas por ese ejército de medios de comunicación sumisos, serviles, indignos, miserables.
Mientes y alzas todas esas banderas. Y la gente jalea al paso de más guardias civiles y de más policias nacionales "a por ellos". Y en ese "a por ellos" te redescubres, la España que se cree eterna, la España de siempre, en pleno s.XXI, sedienta de sangre. La sangre de "ellos", de los otros.
Y así, más sola que nunca, más hundida que nunca, más fuera de cualquier lugar en el mundo, de la historia, del pensamiento, de la virtud, de la democracia, del progreso, de la decencia, cuando yacías herida sin saber cuajar un nuevo "nosotros" para tu geografía y en tu realidad... otra vez, como desde hace centenares de años... te arrojas a imponer tu fuerza ante un nuevo "ellos" y así sentirte viva otra vez. Y lo jaleas "a por ellos"
Aunque ahora sea un ellos desarmado, cívico, pacífico, que únicamente quiere poner su futuro en manos de todos, en un voto, en una urna... y no haya ningún honor en cuanto haces, en esa pretensión de triturar un pueblo indefenso con tu fuerza. Bueno, de hecho como cuando exterminabas indígenas. Como cuando llenabas el patíbulo de infieles. Como cuando imponías tu ley masacrando la población, incluso la tuya, la que habías jurado proteger. Cuando bombardeabas ciudades. Cuando llenabas hasta el último pueblo y la última cuneta de muerte, de horror, de sufrimiento. Cuando aplicabas el garrote vil a un muchacho. Nunca ningún honor, y casi siempre la derrota, como en Cuba, como en todo cuanto la punta de tu espada algún día sometió. Todo siempre fue un "ellos" al que saquear. Y finalmente un "ellos" ante el cual, cuando pretendía erigirse en voz, únicamente ya pensabas en salvar "la honra" exterminándolos. Así, las derrotas de siempre. Así la ruina. Así la nada. Así la desolación por todo recuerdo.
Gritas a por ellos, porque tu alma hierve de odio ante ese otro que entiendes ha osado "desafiarte".
Gritas a por ellos, porque como un zombi te has redescubierto en tu "nosotros" y en tu alma de siempre, de los que parecía te habías despojado y enterrado en 1978 para tratar de generar un nuevo "nosotros", una nueva alma. Ahora vuelves a ser tu. La de siempre. Aunque sabes que ante Catalunya y los catalanes estás ante el último "ellos" de tu existencia, ya no hay otros ellos posibles.
Gritas a por ellos. Y la sangre te inunda los ojos y ciega la mirada.
Pero pareces confusa. No te importa el deshonor de masacrar población desarmada. Pero necesitas sentir su miedo, sentirte viva contemplando su miedo y su angustia. Así ha sido siempre.
Por eso ahora pareces confusa. Algo es diferente. Te has arrojado con toda tu fuerza y tu furia sobre "ellos"...Y sonríen. No han dejado de sonreir ni un solo día. Les despojas de cualquier derecho que tuvieran, detienes, sometes a registros, embargos, cierres, amenazas, multas... Pero "ellos" siguen sonriendo, e incluso parece que se están burlando: cantan!!!.
Seguro que fingen, te dices. Es imposible que desde que te lanzaste "a por ellos" no se hayan derrumbado, con todo el daño que les has infringido, con todo lo que les has hecho. Seguro que están a punto de venirse abajo.
Pero entonces oyes y no sabes de donde sale ese grito que tanto odias de "votarem", y lo llena todo, y no se puede huir de él, nada consigue silenciarlo, todo lo contrario, sigue creciendo. Son ellos.
Cierras los ojos, intentando fijar el pensamiento en esos momentos en los que por última vez te sentiste viva, mientras la gente jaleaba "a por ellos" a tu paso, al paso de esa España sedienta de sangre.
Fueron saliendo lentamente de la tétrica habitación de la España agonizante, en la que había permanecido únicamente rodeada de sus mentiras y de sus verdugos. No había nada a su alrededor. España se había derrumbado ante un pueblo sin miedo. Aquellos últimos "ellos" que se habían cruzado en su historia y a los que, como siempre, había querido masacrar a cualquier precio, ya eran un nuevo "nosotros", que celebraba su independencia, su libertad y se ponía a construir aquel nuevo país por el que se lo habían jugado todo, por el que decidieron comprometerse hasta el final, juntos, sin miedo, sonriendo, cantando.
DONEC PERFICIAM
Gran, Senyor Abad.
ResponEliminaEls que han enviat per nosaltres estan armats i desinformats. Diumenge: alegria, humilitat, dignitat, fermesa i prudència.
DONEC PERFICIAM