Lo mires por donde lo mires el estado español es un estado podrido. Da asco. Mi perspectiva como catalán y como independentista hace ya tiempo que me lo evidenció. Lo que ahora más me sorprende es que justamente sea por el independentismo catalán que este estado podrido encuentre cobertura a sus fechorías en la sociedad española, pero también entre la catalana no independentista.
Yo no digo que los independentistas seamos infalibles, seguro que hemos cometido y cometeremos muchos errores. Pero lo que es evidente es que quien se niega a reconocer las cosas, este estado moralmente insostenible, por no dar la razón a algunos de los argumentos de los independentistas, se hace cómplice necesario del mismo.
La democracia en el estado español no ha pasado de ser un argumento técnico necesario, un mal menor, del que se dotaron las élites para perpetuarse en el poder. Una vez sofocada la exigencia de libertad que siguió a la noche franquista, fué fácil para esta casta que monopoliza el poder tejer los nuevos mecanismos desde los que asegurar su perpetuación en el mismo. Mires donde mires, las evidencias de esta podredumbre y secuestro institucional del poder por una casta dispuesta a lo que sea para conservar sus privilegios, son clamorosas, abrumadoras, escandalosas.
En la cima de todo ello dos controles que les han resultado esenciales para sus fines: el control del aparato judicial y el control de los medios de comunicación.
Y para este doble control se ha usado, por una parte, la palanca del control institucional y reparto del poder político confiadamente conferido por la ciudadanía a la apariencia democrática de la Constitución, las elecciones y la alternancia en el poder. Y, por otra parte, el uso indecente de los recursos públicos para generar un poder económico con apariencia de economía de mercado, pero que vive del saqueo de las arcas públicas a través del BOE, de todo un conjunto de decisiones económicas sin ningún otro fundamento que favorecer a "los suyos".
Toda la estructura judicial que debería de haber preservado la garantía democrática de neutralidad e igualdad ante la ley está hecha añicos, y actua sin ningún disimulo al servicio del poder político, contribuyendo decisivamente a proteger y favorecer los intereses, sean cuales sean, de la casta. La estructura institucional emanada de la Constitución configuró un poder judicial sin interrupción o quiebra alguna respecto al franquista. Hubo un par de parches. Y nada más. Con el tiempo la casta supo encontrar los resortes y la manera de configurar una estructura absolutamente politizada, en la cual la independencia judicial, fundamento de la capacidad de control y neutralidad ante la ley, es un desiderátum. En España hablar de independencia judicial es hiriente, un sarcasmo. Convertido el Consejo General del Poder Judicial en una prolongación del poder político, hacer lo propio con el Tribunal Constitucional fué fàcil. Después de unos primeros años en los que se conservaron las apariencias ahora ya ni disimulo, y el TC lo preside un militante del PP. Y en lo que hace referencia a la fiscalía, desde un principio sujeta al principio de jerarquía que emana en última instancia de las instrucciones del Ministerio de Justicia, la cosa ya es delirante. Controlados todos estos resortes por la casta, los usa sin contemplaciones a su antojo. El TC actua al dictado del ejecutivo, se remueven jueces y fiscales incómodos, se nombran jueces y fiscales dóciles, se dilatan las causas, etc. Y si todo ello no fuera suficiente, se cambian las leyes a medida de lo que se quiere conseguir y si conviene, para cada caso.
El capitalismo de BOE es otro de los escándalos monumentales de este estado español podrido hasta la médula. La manera como desde el BOE, con el dinero de todos, se han tomado decisiones que tenían el único fin de alimentar, favorecer, enriquecer ilegítimamente una serie de empresas y de personajes es una indecencia que ha llegado a su zénit con la crisis que estalló en el 2008 y el "rescate" de la Banca. Las puertas giratorias entre la política, las grandes empresas que basan su negocio en el BOE y la banca son de una repugnante e indisimulada evidencia, sin precedentes y seguramente sin ningún paralelismo en nuestro entorno. La crisis lo puso de manifiesto,y salieron muchas cosas. Por un tiempo todo lo que se iba conociendo que había dado pié a esa burbuja financiera (y más) escandalizó la opinión pública. Y parecía iba a tener consecuencias. Pero no. Se destinaron miles de millones de euros públicos a rescatar una banca también podrida, ineficiente, corrupta, dilapidadora, immoral, mientras millones de españoles se consumían en la crisis y la pobreza. Y nada. Como si nada.
Hay que reconocer la habilidad de esta casta miserable para salir inmune de todo lo que hemos sabido habían hecho. Y ahí están, como si nada, como siempre, haciendo lo de siempre, con los de siempre y para los de siempre.
Todo esto posiblemente no hubiera sido posible con una opinión pública informada, pero quienes tienen la responsabilidad de "informar", los medios de comunicación, han acabado, casi sin excepción, integrados en la lógica del poder de la casta. Todos los grandes medios de comunicación, los únicos que llegan a un público mayoritario, están controlados por el poder político: sus consejos de administración están controlados por la gran banca, que es la que les salva de la quiebra, y a su vez la gran banca ha evitado la quiebra con el rescate público, con el dinero de todos. El triángulo poder político - control de la banca - control de los media se ha demostrado letal para la "democracia" española, un auténtico "triángulo de las Bermudas" de la democracia.
A la opinión pública española únicamente le llega un relato, el de la casta, el del poder político. Solamente algunos medios muy minoritarios se sustraen a esta lógica totalitaria de control de la opinión pública. Y, en lo que hace referencia a Catalunya, los medios vinculados a la Corporación Catalana de Mitjans Audiovisuals. A TV3 se la ataca sin piedad no por lo que se dice, que es radicalmente falso, sinó porque hasta ahora es uno de los pocos medios con cierto impacto social que no responde a la lógica de la casta que controla casi todo el poder en el estado español. TV3 es el medio más plural que existe en Catalunya. Todos los estudios de diversas fuentes independendientes así lo acreditan. TV3 no ha "idiotizado y manipulado" la sociedad catalana para que piense y vote como piensa y vota. En absoluto. Es tan falso como cierto que es uno de los pocos medios que se escapa a la lógica del control de la casta, lo que la convierte en el enemigo a estigmatizar y abatir.
Los catalanes tenemos una oportunidad de salirnos de todo esto, de dejarlo atrás: la independencia. Y, curiosamente, los españoles, sin nuestra independencia, no tienen ninguna oportunidad de cambiar las cosas: la posibilidad de reforma estructural, integral, del estado español pasa inequívocamente por la independencia de Catalunya. Es el único hecho macropolítico que se escapa, por ahora, al control de esta casta que se ha apropiado del estado español, y, por eso mismo, el único hecho capaz de demoler los cimientos putrefactos sobre los que se sustenta.
Al lado de todo esto, de este antidemocrático control del poder judicial, de este capitalismo de BOE desde el que se saquean las arcas públicas y desde el que se controla la opinión pública vía unos medios de comunicación intervenidos... al lado de todo esto las diferentes corruptelas que hemos ido conociendo, incluso en lo más miserable y asqueroso, incluso en lo que representan de supuración de la podredumbre, no dejan de ser cosas de niños.
Pongamos todos los casos de corrupción que conocemos juntos, y sumemos su impacto económico. Quedará a años luz del saqueo perpetrado por el poder político a través del BOE, para favorecer, bajo apariencia de legalidad, a un poder económico que a su vez intenta aparentar jugar en la economía de mercado. Y todo es falso. Todo el sector eléctrico vive del BOE y de sus decisiones. Todo el sector de las grandes constructoras vive del BOE y de unas obras públicas absurdas. Toda la gran banca lo es porque ha sido rescatada sin contemplaciones ni vergüenza con el dinero de todos, que ha servido para tapar la desvergüenza de su gestión miserable. Y todo lo que podamos decir, gritar y protestar nunca podrá competir con la capacidad de manipular y configurar una opinión pública a medida del poder que ha conseguido la casta con el control total de los medios de comunicación. Y todo esto es estructural, por eso califico de estado podrido al estado español.
En manos de los catalanes está poder salirnos de todo esto o seguir alimentándolo. Y en manos de los españoles está rebelarse ante el relato que les están imponiendo en relación a Catalunya, apoyarnos y convertir nuestra independencia en el detonante de su propia revolución democrática.
Entiendo, en este contexto, que esto no esté pasando. Es muy difícil que pase, porque la información que tiene la sociedad española sobre lo que está pasando en Catalunya es monstruosa. Tal vez deberían sospechar por lo delirante del relato. Pero lo cierto es que es imposible, por heroico, que un ciudadano español de a pié tenga ni tan siquiera una aproximación a lo que está pasando en Catalunya.
Sí que tienen esta oportunidad, en cambio, muchos catalanes que se muestran contrarios a la independencia. Pero este estado podrido ha conseguido inculcar un relato etnicista contra la independencia que ha impactado o atrapado a buena parte de la sociedad catalana.
Caso aparte son los políticos unionistas de Catalunya, que no es que tengan la oportunidad de saberlo, sinó que lo saben y se suman a la campaña de manipulación masiva, porque forman parte de este estado podrido y de su inmoralidad, a la que contribuyen necesariamente.
Nadie, en Catalunya, puede decir que si la Generalitat no puede pagar es porque destina los recursos a promover el independentismo. Hay que ser un desgraciado integral para decir esto. Nunca podrán aportar ni una sola partida contable presupuestaria que lo acredite, sencillamente porque es falso. Hay que ser muy, muy desgraciado para criminalizar a la Generalitat por el ahogo financiero a la que la somete el estado, y callar ante las humillantes condiciones para acceder a unos recursos que hemos generado los mismos catalanes.
Hay que ser muy miserable para hacer de vocero de que hay empresas que trasladan su sede de Barcelona a Madrid por el proceso, cuando el estado está poniendo, desde hace tiempo, todo su poder y sus recursos para promoverlo. Sí, hay que ser muy miserable para no reconocer y denunciar que con el dinero de los catalanes se promueven ventajas fiscales a las empresas fuera de Catalunya, o que se han hecho todas las modificaciones legislativas necesarias para que puedan cambiar su sede en un plis plas, aunque toda su actividad económica se desarrolle en Catalunya y no tengan nada en Madrid, como aquel que dice, ni un simple apartado postal.
Hay que tener mucho auto-odio para callar ante todas las atrocidades que comete el estado español contra Catalunya, no contra los independentistas, como ese saqueo permanente del 8% de nuestro PIB, como esa discriminación sin disimulo en las infraestructuras, que ahora ya se ha convertido en boicot, con la única finalidad de sabotear nuestra economía. Debe cegar mucho el odio a todo lo catalán no denunciar el atropello de todo lo que implica no haber construido el corredor mediterraneo, de no invertir en cercanías, de mantener todas las autopistas de peaje en nuestro país e imputarnos encima el rescate de las radiales de Madrid, o del pitorreo de no haber construido las conexiones ferroviarias en los puertos de Barcelona o de Tarragona, que ha alejado inversiones multimillonarias.
Hay que ser un auténtico lacayo de la casta que controla este estado putrefacto para hacerse cómplice y vocero de sus argumentos miserables, des de la negación de la voluntad mayoritaria de la sociedad catalana hasta su criminalización (que si nazis, que si totalitarios, que si equiparados a terroristas rollo ETA o rollo gihadista, etc.)
Podría alargarme horas y horas. Pero todo esto cansa mucho. El independentismo catalán es una causa democrática, pacífica y con un componente y sustrato cívico y popular que es lo que la ha hecho fuerte y mayoritaria, y nos vamos a ir. Tenemos un proyecto de país, que ya no podemos ni queremos realizar en el estado español, y nos vamos a ir. Dependerá del estado español que este proceso, inevitable y seguro, a más corto o menos corto plazo, derive en sufrimiento innecesario para todas las partes infringido únicamente por esa sed de odio y de venganza que exhibe la casta que lo parasita. Me gustaría que la sociedad española reaccionase ante las barbaridades que ya está perpetrando el estado, que se rebelase contra esta manifestación cruel de la immoralidad de un estado podrido, y que exigiese respeto y democracia. Eso sería el único inicio posible para la única posibilidad que va a tener, en los próximos largos años, la sociedad española de protagonizar su propia revolución democrática.
Si lo que he escrito ha servido para que alguien, aquí o allá, reflexione un poco, ya me doy por satisfecho. Como cantaban las tropas republicanas en la Batalla de l'Ebre, si me quieres escribir, ya sabes mi paradero...
Nos encontraremos, seguro, en la democracia, la amistad y el respeto mútuo. Es mucho lo que compartimos y lo que vamos a compartir, pero que ahora debemos crecer en igualdad, con idéntica capacidad de decidir, con idéntica soberanía, y construyendo nuestro futuro y lo que queramos ser desde la libertad. Ojalá no sea tarde para que podamos hacer realidad dos futuros inmediatos entrelazados: que la sociedad española reaccione ante la agresión a Catalunya y exija respeto y democracia, y que la independencia de Catalunya sea la espoleta que active en la sociedad española esa tan necesaria revolución democrática que le devuelva el poder secuestrado por una casta miserable.
Yo no digo que los independentistas seamos infalibles, seguro que hemos cometido y cometeremos muchos errores. Pero lo que es evidente es que quien se niega a reconocer las cosas, este estado moralmente insostenible, por no dar la razón a algunos de los argumentos de los independentistas, se hace cómplice necesario del mismo.
La democracia en el estado español no ha pasado de ser un argumento técnico necesario, un mal menor, del que se dotaron las élites para perpetuarse en el poder. Una vez sofocada la exigencia de libertad que siguió a la noche franquista, fué fácil para esta casta que monopoliza el poder tejer los nuevos mecanismos desde los que asegurar su perpetuación en el mismo. Mires donde mires, las evidencias de esta podredumbre y secuestro institucional del poder por una casta dispuesta a lo que sea para conservar sus privilegios, son clamorosas, abrumadoras, escandalosas.
En la cima de todo ello dos controles que les han resultado esenciales para sus fines: el control del aparato judicial y el control de los medios de comunicación.
Y para este doble control se ha usado, por una parte, la palanca del control institucional y reparto del poder político confiadamente conferido por la ciudadanía a la apariencia democrática de la Constitución, las elecciones y la alternancia en el poder. Y, por otra parte, el uso indecente de los recursos públicos para generar un poder económico con apariencia de economía de mercado, pero que vive del saqueo de las arcas públicas a través del BOE, de todo un conjunto de decisiones económicas sin ningún otro fundamento que favorecer a "los suyos".
Toda la estructura judicial que debería de haber preservado la garantía democrática de neutralidad e igualdad ante la ley está hecha añicos, y actua sin ningún disimulo al servicio del poder político, contribuyendo decisivamente a proteger y favorecer los intereses, sean cuales sean, de la casta. La estructura institucional emanada de la Constitución configuró un poder judicial sin interrupción o quiebra alguna respecto al franquista. Hubo un par de parches. Y nada más. Con el tiempo la casta supo encontrar los resortes y la manera de configurar una estructura absolutamente politizada, en la cual la independencia judicial, fundamento de la capacidad de control y neutralidad ante la ley, es un desiderátum. En España hablar de independencia judicial es hiriente, un sarcasmo. Convertido el Consejo General del Poder Judicial en una prolongación del poder político, hacer lo propio con el Tribunal Constitucional fué fàcil. Después de unos primeros años en los que se conservaron las apariencias ahora ya ni disimulo, y el TC lo preside un militante del PP. Y en lo que hace referencia a la fiscalía, desde un principio sujeta al principio de jerarquía que emana en última instancia de las instrucciones del Ministerio de Justicia, la cosa ya es delirante. Controlados todos estos resortes por la casta, los usa sin contemplaciones a su antojo. El TC actua al dictado del ejecutivo, se remueven jueces y fiscales incómodos, se nombran jueces y fiscales dóciles, se dilatan las causas, etc. Y si todo ello no fuera suficiente, se cambian las leyes a medida de lo que se quiere conseguir y si conviene, para cada caso.
El capitalismo de BOE es otro de los escándalos monumentales de este estado español podrido hasta la médula. La manera como desde el BOE, con el dinero de todos, se han tomado decisiones que tenían el único fin de alimentar, favorecer, enriquecer ilegítimamente una serie de empresas y de personajes es una indecencia que ha llegado a su zénit con la crisis que estalló en el 2008 y el "rescate" de la Banca. Las puertas giratorias entre la política, las grandes empresas que basan su negocio en el BOE y la banca son de una repugnante e indisimulada evidencia, sin precedentes y seguramente sin ningún paralelismo en nuestro entorno. La crisis lo puso de manifiesto,y salieron muchas cosas. Por un tiempo todo lo que se iba conociendo que había dado pié a esa burbuja financiera (y más) escandalizó la opinión pública. Y parecía iba a tener consecuencias. Pero no. Se destinaron miles de millones de euros públicos a rescatar una banca también podrida, ineficiente, corrupta, dilapidadora, immoral, mientras millones de españoles se consumían en la crisis y la pobreza. Y nada. Como si nada.
Hay que reconocer la habilidad de esta casta miserable para salir inmune de todo lo que hemos sabido habían hecho. Y ahí están, como si nada, como siempre, haciendo lo de siempre, con los de siempre y para los de siempre.
Todo esto posiblemente no hubiera sido posible con una opinión pública informada, pero quienes tienen la responsabilidad de "informar", los medios de comunicación, han acabado, casi sin excepción, integrados en la lógica del poder de la casta. Todos los grandes medios de comunicación, los únicos que llegan a un público mayoritario, están controlados por el poder político: sus consejos de administración están controlados por la gran banca, que es la que les salva de la quiebra, y a su vez la gran banca ha evitado la quiebra con el rescate público, con el dinero de todos. El triángulo poder político - control de la banca - control de los media se ha demostrado letal para la "democracia" española, un auténtico "triángulo de las Bermudas" de la democracia.
A la opinión pública española únicamente le llega un relato, el de la casta, el del poder político. Solamente algunos medios muy minoritarios se sustraen a esta lógica totalitaria de control de la opinión pública. Y, en lo que hace referencia a Catalunya, los medios vinculados a la Corporación Catalana de Mitjans Audiovisuals. A TV3 se la ataca sin piedad no por lo que se dice, que es radicalmente falso, sinó porque hasta ahora es uno de los pocos medios con cierto impacto social que no responde a la lógica de la casta que controla casi todo el poder en el estado español. TV3 es el medio más plural que existe en Catalunya. Todos los estudios de diversas fuentes independendientes así lo acreditan. TV3 no ha "idiotizado y manipulado" la sociedad catalana para que piense y vote como piensa y vota. En absoluto. Es tan falso como cierto que es uno de los pocos medios que se escapa a la lógica del control de la casta, lo que la convierte en el enemigo a estigmatizar y abatir.
Los catalanes tenemos una oportunidad de salirnos de todo esto, de dejarlo atrás: la independencia. Y, curiosamente, los españoles, sin nuestra independencia, no tienen ninguna oportunidad de cambiar las cosas: la posibilidad de reforma estructural, integral, del estado español pasa inequívocamente por la independencia de Catalunya. Es el único hecho macropolítico que se escapa, por ahora, al control de esta casta que se ha apropiado del estado español, y, por eso mismo, el único hecho capaz de demoler los cimientos putrefactos sobre los que se sustenta.
Al lado de todo esto, de este antidemocrático control del poder judicial, de este capitalismo de BOE desde el que se saquean las arcas públicas y desde el que se controla la opinión pública vía unos medios de comunicación intervenidos... al lado de todo esto las diferentes corruptelas que hemos ido conociendo, incluso en lo más miserable y asqueroso, incluso en lo que representan de supuración de la podredumbre, no dejan de ser cosas de niños.
Pongamos todos los casos de corrupción que conocemos juntos, y sumemos su impacto económico. Quedará a años luz del saqueo perpetrado por el poder político a través del BOE, para favorecer, bajo apariencia de legalidad, a un poder económico que a su vez intenta aparentar jugar en la economía de mercado. Y todo es falso. Todo el sector eléctrico vive del BOE y de sus decisiones. Todo el sector de las grandes constructoras vive del BOE y de unas obras públicas absurdas. Toda la gran banca lo es porque ha sido rescatada sin contemplaciones ni vergüenza con el dinero de todos, que ha servido para tapar la desvergüenza de su gestión miserable. Y todo lo que podamos decir, gritar y protestar nunca podrá competir con la capacidad de manipular y configurar una opinión pública a medida del poder que ha conseguido la casta con el control total de los medios de comunicación. Y todo esto es estructural, por eso califico de estado podrido al estado español.
En manos de los catalanes está poder salirnos de todo esto o seguir alimentándolo. Y en manos de los españoles está rebelarse ante el relato que les están imponiendo en relación a Catalunya, apoyarnos y convertir nuestra independencia en el detonante de su propia revolución democrática.
Entiendo, en este contexto, que esto no esté pasando. Es muy difícil que pase, porque la información que tiene la sociedad española sobre lo que está pasando en Catalunya es monstruosa. Tal vez deberían sospechar por lo delirante del relato. Pero lo cierto es que es imposible, por heroico, que un ciudadano español de a pié tenga ni tan siquiera una aproximación a lo que está pasando en Catalunya.
Sí que tienen esta oportunidad, en cambio, muchos catalanes que se muestran contrarios a la independencia. Pero este estado podrido ha conseguido inculcar un relato etnicista contra la independencia que ha impactado o atrapado a buena parte de la sociedad catalana.
Caso aparte son los políticos unionistas de Catalunya, que no es que tengan la oportunidad de saberlo, sinó que lo saben y se suman a la campaña de manipulación masiva, porque forman parte de este estado podrido y de su inmoralidad, a la que contribuyen necesariamente.
Nadie, en Catalunya, puede decir que si la Generalitat no puede pagar es porque destina los recursos a promover el independentismo. Hay que ser un desgraciado integral para decir esto. Nunca podrán aportar ni una sola partida contable presupuestaria que lo acredite, sencillamente porque es falso. Hay que ser muy, muy desgraciado para criminalizar a la Generalitat por el ahogo financiero a la que la somete el estado, y callar ante las humillantes condiciones para acceder a unos recursos que hemos generado los mismos catalanes.
Hay que ser muy miserable para hacer de vocero de que hay empresas que trasladan su sede de Barcelona a Madrid por el proceso, cuando el estado está poniendo, desde hace tiempo, todo su poder y sus recursos para promoverlo. Sí, hay que ser muy miserable para no reconocer y denunciar que con el dinero de los catalanes se promueven ventajas fiscales a las empresas fuera de Catalunya, o que se han hecho todas las modificaciones legislativas necesarias para que puedan cambiar su sede en un plis plas, aunque toda su actividad económica se desarrolle en Catalunya y no tengan nada en Madrid, como aquel que dice, ni un simple apartado postal.
Hay que tener mucho auto-odio para callar ante todas las atrocidades que comete el estado español contra Catalunya, no contra los independentistas, como ese saqueo permanente del 8% de nuestro PIB, como esa discriminación sin disimulo en las infraestructuras, que ahora ya se ha convertido en boicot, con la única finalidad de sabotear nuestra economía. Debe cegar mucho el odio a todo lo catalán no denunciar el atropello de todo lo que implica no haber construido el corredor mediterraneo, de no invertir en cercanías, de mantener todas las autopistas de peaje en nuestro país e imputarnos encima el rescate de las radiales de Madrid, o del pitorreo de no haber construido las conexiones ferroviarias en los puertos de Barcelona o de Tarragona, que ha alejado inversiones multimillonarias.
Hay que ser un auténtico lacayo de la casta que controla este estado putrefacto para hacerse cómplice y vocero de sus argumentos miserables, des de la negación de la voluntad mayoritaria de la sociedad catalana hasta su criminalización (que si nazis, que si totalitarios, que si equiparados a terroristas rollo ETA o rollo gihadista, etc.)
Podría alargarme horas y horas. Pero todo esto cansa mucho. El independentismo catalán es una causa democrática, pacífica y con un componente y sustrato cívico y popular que es lo que la ha hecho fuerte y mayoritaria, y nos vamos a ir. Tenemos un proyecto de país, que ya no podemos ni queremos realizar en el estado español, y nos vamos a ir. Dependerá del estado español que este proceso, inevitable y seguro, a más corto o menos corto plazo, derive en sufrimiento innecesario para todas las partes infringido únicamente por esa sed de odio y de venganza que exhibe la casta que lo parasita. Me gustaría que la sociedad española reaccionase ante las barbaridades que ya está perpetrando el estado, que se rebelase contra esta manifestación cruel de la immoralidad de un estado podrido, y que exigiese respeto y democracia. Eso sería el único inicio posible para la única posibilidad que va a tener, en los próximos largos años, la sociedad española de protagonizar su propia revolución democrática.
Si lo que he escrito ha servido para que alguien, aquí o allá, reflexione un poco, ya me doy por satisfecho. Como cantaban las tropas republicanas en la Batalla de l'Ebre, si me quieres escribir, ya sabes mi paradero...
Nos encontraremos, seguro, en la democracia, la amistad y el respeto mútuo. Es mucho lo que compartimos y lo que vamos a compartir, pero que ahora debemos crecer en igualdad, con idéntica capacidad de decidir, con idéntica soberanía, y construyendo nuestro futuro y lo que queramos ser desde la libertad. Ojalá no sea tarde para que podamos hacer realidad dos futuros inmediatos entrelazados: que la sociedad española reaccione ante la agresión a Catalunya y exija respeto y democracia, y que la independencia de Catalunya sea la espoleta que active en la sociedad española esa tan necesaria revolución democrática que le devuelva el poder secuestrado por una casta miserable.