"Escucha, nene!" (Cotlliure y Benet XVI)

(com ja molts sabeu estic escrivint un llibre de relats breus. No tenen res a veure ni per estil, ni en general per temàtica, amb els escrits habituals d'aquest bloc. Tampoc per llargada, no passen d'una pàgina!!! Aquest vespre he vist la notícia de la visita dels presidents Puigdemont i Torra a Cotlliure, a la tomba de Machado, i això m'ha portat a un d'aquests relats que tinc escrits, trenat al voltant de Machado, des de Cotlliure, amb les nostres "sendas" i allò que pensàvem no tornaríem a trepitjar. Un relat molt breu, que espero us agradi!)

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"Escucha, nene!"

"Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar".

Machado era como una franja tras la cual solamente algo prohibido. Eran los discos de mi padre, y su "Escucha, nene!". Era Serrat, cantando a Machado. Eran los últimos años del franquismo. Era mi padre, y sus cosas, que todas cobraban forma en una sonrisa de confianza y silencio ante nosotros y de extrañas apariciones, desapariciones, y visitas, y llamadas. Con el hermano que me seguía establecimos ciertos vínculos de causalidad entre la presencia masiva de los antidisturbios de los grises en el cuartelillo de la ciudad satélite y las ausencias de papá.

Más tarde ya todo se supo. Entonces sólo era aquel "escucha, nene!" con el que mi padre me invitaba a sentarme con él y escuchar juntos a Serrat cantando a Machado. "Murió el poeta lejos del hogar..."

"Por qué murió lejos del hogar?" le preguntaba. "Se tuvo que ir" respondía. "La guerra".

Mi padre también se iba. Pero volvía.

Lo recuerdo hoy, aquí, en Cotlliure, ante la tumba de Machado, el poeta que murió lejos del hogar. Mi novia me abraza. No está acostumbrada a verme derramar lágrimas.

Me pregunta, precediéndolo de un "tonto" con el que intenta sacar tensión al momento, qué me pasa.

-"Por qué me has traído aquí?"

Lee en mis silencios lo que no sabe de mi, pero intuye.

"Qué saben de mi?", me pregunto.

No, no hay sendas que nunca se hayan de volver a pisar. Es mentira. Eso he venido a desahogarme ante la tumba de Machado.

Hoy el Santo Padre Benet XVI finaliza su visita a Barcelona. Yo crecí en los grupos de jóvenes de la parroquia. Compromiso, revisión de vida, vivir la fe. Hasta que un día cambié mi compromiso con la fe por un compromiso con la independencia de Catalunya. Mi fe y mi vivencia de esa fe me había estructurado una arquitectura de valores que siempre mantuve compatibles. La no violencia. La solidaridad.

Pero pasaron muchas cosas. Aquellos años 80 i 90 el independentismo era casi testimonial. Todos nos conocíamos por el nombre. Incluso cuando nos enfrentábamos entre nosotros. Y Barcelona era una jungla por la que frecuéntemente nos movíamos como presas de una violencia política fascista que seguía actuando impunemente. En la Facultad. En la calle. Acumulaba amenazas de las que no podía dar cuenta a nadie. Te hacías fuerte, pero eras igualmente vulnerable a sus cacerías. No eras como ellos, pero intentabas no te vieran débil. Cuando no te ven débil, eres fuerte. Entré a formar parte de los voluntarios de seguridad que protegían los diferentes actos independentistas de la siempre presente amenaza ultra.

De aquella época acumulé ser víctima de tres palizas, dos veces la nariz rota y que me saltaran tres dientes. Nunca denunciar nada. Para qué? La connivencia entre la policia española y la ultraderecha era total. Eso nos llevaba a una cierta autogestión de nuestra seguridad.

Yo conservaba, como un último cable con aquello en lo que me crié, contactos con el mundo de la Iglesia. Alguna vez me escapaba unos días al interior del monasterio de Montserrat. Y ahí me veía cara a cara con mi otro yo.

Pero lo cierto es que me escapaba más frecuentemente al País Vasco. A emborracharme, seguro, en las herrikos. A conciertos. A manis. Conoces gente, aunque no lleguen a ser tus amigos, si suficiente para quedadas, movidas, etc. Un día ves por la tele que algunos de esos que conocías los han detenido. Te acojona, pero al fin y al cabo tu no has hecho nada.

Los 80 y los 90 quedan ya lejos. O eso te crees, desde el siglo XXI. Hoy el Papa Benet XVI se despide de Barcelona. Hace unos cuantos días me llamaron unos amigos de los movimientos cristianos, por si quería ir con ellos y más gente de diferentes movimientos de la iglesia que en su momento fuimos a recibir al santo padre Joan Pau II a Montserrat, a despedir al papa al aeropuerto, para visualizar también el país que somos, Catalunya. Les digo que sí. A los pocos días me vuelve a llamar uno de esos amigos, sacerdote: "mira, yo no sé qué has hecho con tu vida que yo no sepa, que no lo hayamos hablado alguna vez, pero de la lista que hemos pasado para acceder al hangar del aeropuerto donde se va a desarrollar la ceremonia de despedida del Papa, la Guardia Civil nos la ha devuelto con solamente un nombre tachado: el tuyo. No te autorizan".

La senda que nunca se ha de volver a pisar. La miro. Repaso mi vida. Nunca me han detenido. Nunca ningún juicio. Nunca ninguna denuncia. Pero no me autorizan. Qué creen que saben de mi? Qué piensan temen de mi? Qué piensan de mi?

"Caminante son tus huellas
el camino y nada más"

De alguna manera debo tener huellas esparcidas por mi vida que "alguien" ha recogido, conservado y adjetivado.

"Por qué me has traído aquí", insiste mi novia.